Psicomotricidad Infantil
La
Psicomotricidad es la Psicología del Movimiento.
Esto quiere
decir que nuestro cuerpo está conectado con nuestra mente y nuestras emociones.
Cuando se realiza una acción, ésta va acompañada de un pensamiento y una
emoción.
Los primeros esquemas mentales se forjan a partir
del movimiento, por lo que es muy importante que nos movamos. Especialmente en
los primeros seis años de vida, se debe aprovechar la plasticidad del cerebro y
estimular a que se generen mayor cantidad de conexiones neuronales. Esto puede
hacerse por medio del movimiento del cuerpo.
La Psicomotricidad permite el desarrollo integral
de la persona, porque aborda al individuo como un todo tomando en cuenta su
aspecto afectivo, el social, el intelectual y el motriz. Es una disciplina
sobre la cual se basa todo aprendizaje y su objetivo es ayudar a expresar las
emociones a través del cuerpo favoreciendo el desarrollo, pues la persona
explora, investiga, vive sus emociones y conflictos, aprende a superar
situaciones, a enfrentarse a sus límites, a sus miedos y deseos, a relacionarse
con los demás y a asumir roles.
El psicomotricista
trabaja el esquema corporal mediante el desarrollo del esquema espacial y el
temporal y, gracias al esquema corporal conseguimos la imagen corporal, es
decir, la suma de sensaciones y sentimientos que concierne al cuerpo y que está
influida por las experiencias vitales y los procesos mentales en los que el
sujeto se reconoce a sí mismo.
Haciendo hincapié en 3
áreas beneficiadas:
A nivel motor
- Facilita la adquisición del esquema corporal, permite que el niño tome conciencia y percepción de su propio cuerpo.
- Favorece el control del cuerpo, a través de la psicomotricidad el niño aprende a dominar y adaptar su movimiento corporal.
- Ayuda a afirmar su lateralidad, control postural, equilibrio, coordinación, ubicación en tiempo y espacio.
A nivel cognitivo
- Estimula la percepción y discriminación de las cualidades de los objetos así como la exploración de los diferentes usos que se les puede dar.
- Crea hábitos que facilitan el aprendizaje, mejora la memoria, la atención y concentración, así como la creatividad del niño.
- Introduce nociones espaciales como arriba-abajo, a un lado-al otro lado, delante-detrás, cerca-lejos y otros más, a partir de su propio cuerpo.
- Refuerza nociones básicas de color, tamaño, forma y cantidad a través de la experiencia directa con los elementos del entorno.
A nivel socio-afectivo
- Sirve como un canalizador, ya que el niño puede descargar su impulsividad sin culpabilidad. Esta descarga será determinante para su equilibrio afectivo.
- Se integra a nivel social con sus compañeros, propicia el juego grupal.
- Ayuda a enfrentar ciertos temores, el niño fortalece no solo su cuerpo sino también su personalidad superando así ciertos miedos que antes lo acompañaban.
- Reafirma su autoconcepto y autoestima, al sentirse más seguro emocionalmente, como consecuencia de conocer sus propios límites y capacidades.
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